La mitad de Jael está en la cama con su brazo bajo la cabeza mientras miraba a Mauve. Se movió a esta posición cuando Mill se fue. Era extraño tenerlo en la esquina simplemente mirando.
—No tienes que esperarme, me uniré a ti en tu habitación en cuanto termine aquí —dijo Mauve y cruzó las piernas mientras lo miraba.
—No hay problema, puedo esperar —dijo él y se encogió de hombros.
—Sé que puedes, pero ya casi es hora de mi baño —murmuró ella.
—Así que —dijo él y levantó su cuerpo—, no sería la primera vez.
Ella inclinó la cabeza hacia abajo. —No recuerdo —mintió.
—Yo sí —respondió él y se recostó en la cama—. Eso lo resuelve.
—No, no lo hace —gritó ella y golpeó el pie en la cama.
Jael giró la cabeza para mirarla. —¿Preferirías que no estuviera aquí? —preguntó.
Mauve no perdió tiempo en asentir.
Él entrecerró los ojos, se apartó de ella y los cerró. —Aunque no me iré.
—Entonces, ¿por qué preguntaste si no vas a hacer lo que quiero? —hizo un puchero.