—¿No te vas a unir a mí? —preguntó cuando él simplemente se sentó en el borde de la cama después de arroparla.
—Necesito lavarme primero —dijo él con indiferencia y procedió a quitarse la camisa.
Mauve sintió cómo toda la sangre se le subía a la cabeza mientras intentaba mantener la compostura. No ayudaba que él mantuviera contacto visual constante con ella mientras se quitaba la camisa.
Ella apartó la mirada de él y dijo:
—Sí, yo-olvidé eso —. Los ojos de Mauve se entrecerraron mientras hablaba. ¿Por qué estaba tartamudeando?
Pudo sentir su mirada sobre ella y desde el rincón de sus ojos, pudo verlo inclinarse más hacia ella. Su piel hormigueaba. Un fuerte golpe resonó en la habitación y Mauve casi saltó de la piel.
Ella miró para ver a Jael sonriendo. Lo miró con el ceño fruncido y él se levantó de la cama pero no fue hacia la puerta. Simplemente dio una orden en voz alta:
—Entre.