Mauve no podía dejar de mirar fijamente mientras se detenían frente a las enormes puertas. Finalmente habían disminuido la velocidad y ella había estado curiosa por saber por qué. Solamente para abrir sus ojos a las enormes puertas.
—Estamos aquí —dijo él rígidamente.
Mauve asintió. Podía saberlo, las enormes puertas eran una indicación más que suficiente. La enorme puerta oscura de repente se abrió hacia adentro. Comenzó a dividirse en el medio y Mauve solo podía mirar asombrada.
Por lo que podía ver, las vallas alrededor eran bastante altas y estaban en mejor estado que la valla alrededor del castillo de Jael. Entrecerró los ojos. Las puertas se abrieron completamente y entraron.
—Puedo caminar —susurró ella a Jael pero él fingió no escucharla. Ella suspiró y le permitió llevarla.
Lo primero que notó en cuanto entraron fue los árboles. Enormes árboles a ambos lados del camino. Parecía más un huerto que árboles para decoración.