—¿Todavía vas a guiar, Sir? —el sacerdote encargado de acompañar a Zein le preguntó después de su tercera sesión en el segundo día de su asistencia voluntaria.
—Mm —Zein entrecerró los ojos y se quedó mirando su palma. Abrió y cerró los dedos, asentando la sensación de hormigueo de la guía anterior—. Todavía quiero acostumbrarme a esto.
Como se esperaba, la extrañeza de absorber el miasma sin tocarlo no se podía eliminar en solo un día. Como había una distancia entre él y el objetivo, había un retraso que necesitaría algunos intentos más hasta que pudiera acostumbrarse. En cuanto a la velocidad, podía alcanzar más o menos el setenta por ciento de su habitual, lo cual ya era mejor que los guías promedio, así que no le importaba mucho.