—Hey —Zein parpadeó abriendo los ojos. Solo planeaba cerrarlos un poco para calmarse, pero casi se durmió al recostarse en el sofá. La familiar voz ronca lo trajo a la superficie, y los ojos ámbar que vio en el momento en que abrió los ojos llenaron su frío corazón de calidez.
Sin pensar mucho, extendió su mano casi como un instinto, atrayendo al guapo rostro y juntaron sus labios. Fue breve, pero suficiente para volver a dibujar una sonrisa en su rostro.
—¿Terminaste con lo tuyo? —preguntó Zein mientras Bassena se acurrucaba en su cuello por detrás, con los brazos rodeando el torso del guía.
—No —Bassena levantó su rostro y respondió con una sonrisa—. Pero unos pajaritos me dijeron que estabas molesto.
Y eso fue suficiente para que saliera disparado de la sala de conferencias y regresara al hotel mientras escuchaba la explicación de Nadine sobre lo que había sucedido en la conferencia de guías.