Técnicamente, las verdaderas zonas seguras en el Continente eran aquellas en la proximidad de torres y templos. El radio de aproximadamente diez kilómetros alrededor de estas estructuras era las verdaderas zonas seguras donde nunca se generarían mazmorras.
Pero debido a esta condición especial, se acordó que esta zona, que también se llamaba zona blanca, sería una zona libre donde la autoridad para gestionarla recaía en la administración de la torre y el templo. Esto significaba que no podía haber sentinela o autoridad gubernamental, así como residencia civil allí.