—No deberías visitarme tan a menudo así, Sanya —dijo Crissa preocupada, su tono lleno de inquietud.
Sanya ignoró las preocupaciones de su madre y se centró en organizar las fiambreras que había traído. —Cociné todas tus comidas favoritas —dijo con una sonrisa cálida—. Puse los otros platos en el frigorífico. Puedes pedirle a la enfermera privada que te los caliente más tarde.
La expresión de Crissa permaneció tensa. —Sanya, esto es peligroso. Si él se entera...
—Deja de preocuparte, mamá —interrumpió Sanya suavemente, su sonrisa inalterable—. Se sentía increíble finalmente tener a alguien a quien podía llamar "Mamá" sin dudarlo. Tu yerno es un hombre capaz y sabe todo sobre ese hombre.