La expresión de Rain se suavizó y una leve tristeza centelleó en sus ojos. —Supongo que no me di cuenta de cuánto se notaba en aquel entonces. Fue... un tiempo difícil.
Enrique asintió. —Comprensible. ¿Pero ahora? Pareces estar radiante. Has vuelto a la vida, Rain.
Rain esbozó una pequeña sonrisa agridulce. —Es porque Alejandro se despertó. Él es... es mi ancla. Cuando estuvo inconsciente, sentí como si el mundo dejara de girar. Como si solo estuviera yendo a través de los movimientos sin ningún propósito real.
Enrique la observó por un momento, luego dijo —Es una suerte que te tenga. No creo que él sería ni la mitad de fuerte sin alguien como tú a su lado.
Ella miró hacia otro lado, las mejillas teñidas de calor. —Creo que somos fuertes porque nos tenemos el uno al otro. No soy yo solamente... él también. Ambos luchamos para llegar hasta aquí, y no creo que podría haberlo hecho sola.