Rain se despertó al amanecer con una sonrisa satisfecha, envuelta de forma segura en el abrazo posesivo de Alejandro. Le encantaba la calidez y el confort de estar en sus brazos, pero el llamado de la naturaleza y la sensación pegajosa de la noche anterior la impulsaron a levantarse para tomar una ducha rápida.
Con cuidado, intentó deslizarse, pero Alejandro se movió y apretó su agarre, atrayéndola de nuevo hacia él. —Duerme más. Es sábado... no hay trabajo —murmuró con voz ronca, sus labios rozando la nuca de ella.
Rain soltó una risita suave y susurró:
—Necesito hacer pis. Y quiero tomar una ducha rápida.
A regañadientes, sus brazos se aflojaron, y ella empezó a levantarse, sólo para detenerse cuando Alejandro también se sentó. —Ve y haz lo tuyo —dijo él con una sonrisa perezosa—. Prepararé la tina y el jacuzzi. Relajémonos ahí juntos después.