Esa tarde, la oficina del fiscal estaba efervescente de emoción mientras los empleados se preparaban para la cena anual. Jane, siempre optimista, se quedó cerca del escritorio de Rain, su expresión mezclaba preocupación y anticipación.
—¿Estás segura de que asistirás esta noche, Fiscal Lancaster? —preguntó Jane, sujetando su bolso.
Rain levantó la vista de sus papeles con una sonrisa tranquilizadora.
—Estoy segura, Jane. No te preocupes por mí.
Jane dudó, cambiando su peso de un pie a otro.
—Bueno... es solo que, con la entrevista de la Señorita Carla y todos los chismes, algunas personas podrían...
—¿Podrían qué? —Rain levanto una ceja.
—Nada! Es solo que... Si apareces esta noche, todos verán cuán confiada estás. Y si el Señor Lancaster va contigo, oh, tendrán que tragarse sus palabras! —exclamó Jane, rebosante de entusiasmo.
La sonrisa de Rain vaciló brevemente antes de componerse.