En el Edificio del Grupo Lancaster
Alejandro estaba en su oficina, con la mirada fija en el tablón de anuncios donde su equipo legal había delineado su estrategia contra cualquiera que difundiera rumores maliciosos sobre él y Rain. Escudriñó los detalles, sus labios curvándose en una sonrisa satisfecha. —Veamos si alguien todavía se atreve a hablar de esto —murmuró, exhalando profundamente.
Sus ojos vagaron hacia el marco con la foto de Rain en su escritorio. Los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente, su vulnerabilidad, su confianza. Él había estado tan cerca de perder el control. Rain había sido demasiado sumisa y confiada, y eso lo dejaba en conflicto. No quería aprovecharse de ella, no sin estar seguro de sus propios sentimientos.
—¿Por qué me torturo de esta manera? —gruñó para sus adentros, pasando una mano por su cabello. Las emociones que revolvían dentro de él eran una mezcla confusa de deseo, culpa y algo más profundo que aún no estaba listo para nombrar.