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Al alejarse fuera de vista, William soltó un suspiro exagerado, sacudiendo la cabeza. —Pobre Carla. Mal día, mal momento, mal todo.
Carla le lanzó una mirada fulminante, pero William solo sonrió más ampliamente. —La comida va por cuenta del personal. Eres una heroína hoy —añadió con un guiño, antes de hacer señas a los asistentes para que lo siguieran.
El pasillo finalmente se vació, dejando a Carla de pie allí, con los puños apretados a los costados.
—Deberíamos irnos ahora —le susurró Renzo a Carla, consciente de las miradas curiosas a su alrededor.
—Ve y espera en el coche. Necesito usar el baño con Maria —respondió Carla, con un tono calmado pero firme.
Carla hizo un gesto a Maria para que la siguiera mientras se dirigían al baño. Una vez adentro, Maria revisó rápidamente las cabinas para asegurarse de que estuvieran todas ocupadas, garantizando que su conversación sería escuchada.