En el Edificio del Grupo Lancaster
El momento en que Alejandro entró en su oficina, notó instantáneamente los cambios. Sus ojos primero se posaron en una pintura que colgaba prominentemente en la pared. No era exactamente una obra maestra, parecía más bien el intento de un aficionado por capturar algo significativo.
—¡Jefe, esa es tu obra maestra más grande! —Tirón intervino con entusiasmo desde a su lado—. ¡Pintaste a la señora Lancaster tú mismo, y siempre has admirado esta pieza!
Las cejas de Alejandro se alzaron en incredulidad. —¿Yo pinté esto? —exclamó. Sus ojos examinaron la pintura más de cerca. Era indiscutiblemente el perfil lateral de una mujer, claramente Rain. Aunque cruda en técnica, la emoción cruda en los trazos le daba un encanto innegable.