Alejandro estaba furioso al ver a otro hombre cargando a su esposa. No se dio cuenta de lo rápido que había corrido desde el balcón para interceptar al hombre, arrebatando a Rain de sus brazos sin pensarlo dos veces.
—¿Cómo pudiste emborracharte y terminar en el coche de otro hombre en lugar del de Rico? —la regañaba mientras la subía por las escaleras. Su voz era firme, aunque la sostenía con delicadeza.
Rain se removió en sus brazos, abriendo los párpados con dificultad. —Oh, mi esposo está aquí cargándome —murmuró con una risita, enroscando perezosamente los brazos alrededor de su cuello.
La expresión de Alejandro se ensombreció al llegar a la cima de las escaleras y empezar a caminar por el pasillo hacia su habitación. Su actitud despreocupada solo aumentaba su frustración.
Ella frunció el ceño hacia él, claramente confundida. —¿Por qué esa cara? Pareces muy enojado —dijo, alzando los dedos para acariciar su rostro como si quisiera alisar su ceño fruncido.