—Kely Johnson, veintitrés años. Sin hermanos. Su padre falleció cuando ella tenía quince años, y ahora solo están ella y su madre. Nació aquí en la isla —dijo Iván, su tono suave mientras Clifford leía el perfil de Kely.
—Es tan joven... —murmuró Clifford, el corazón apesadumbrado con el conocimiento de su situación. Con solo veintitrés años, su futuro parecía tan limitado. Si no recibía tratamiento, solo le quedaban seis meses de vida, el mismo pronóstico que enfrentaba el suegro de Rain.
—Ojalá Kely tuviera una oportunidad... Va a someterse a tratamiento en su instalación, y están decididos a darle esperanza.
—Rain ya ha enviado los borradores de los documentos que Kely necesita firmar —continuó Iván—. Vamos, vamos a conocerla juntos.
Clifford asintió, levantándose de su silla. Fuera de la sala, Kely acababa de llegar con su madre, su rostro estaba pálido, pero lucía alegre y decidida como ayer. Las dos mujeres esperaban en el vestíbulo.