—William ya está aquí, manejándolo —dijo a Sanya, intentando sonar tranquilizador, aunque su ansiedad seguía siendo palpable.
Sanya seguía absorta, su mente mareada por la incredulidad. No había imaginado que las cosas escalarían a este nivel. Conociendo a Dina, estaba segura de que la mujer no pararía hasta destrozarlo todo, hasta haber destruido a Rain por cualquier medio necesario.
Las manos de Sanya temblaban conforme el pánico se apoderaba de ella, su corazón latiendo al compás del caos a su alrededor. En ese momento, la puerta se abrió y William entró con su habitual sonrisa confiada. Un alivio la invadió al verlo.
—Sanya, no te preocupes —dijo William, su voz firme y llena de certeza—. Vas a salir de aquí hoy. —Sus ojos se encontraron con los de ella, una sonrisa asomándose en sus labios—. La situación está bajo control.
Sanya parpadeó, las lágrimas amenazando con derramarse. ¿Podría ser realmente tan simple? ¿Podría realmente escapar de esta pesadilla ahora?