En la Compañía de Emparejamiento Venus, Sanya estaba trabajando horas extras otra vez. Ya eran más de las ocho de la tarde, pero no tenía ganas de fichar para salir. El peso de la culpa y la vergüenza la abrumaba. Habían pasado días, pero aún no podía enfrentarse a Rain. El pensamiento de confrontarla era aterrador para ella.
Sanya era dura por fuera, pero por dentro era frágil, llena de dudas e inseguridades. Admitir que estaba equivocada era demasiado doloroso para su frágil ego, así que en lugar de asumir sus errores, hacía lo que siempre hacía: escapar.
Rain siempre había estado allí para ella, apoyándola. Y ahora, ni siquiera podía reunir el valor para pedir disculpas.
—¿Vienes con nosotras? —preguntó una de sus colegas. Sanya había estado trabajando tarde con otras tres compañeras de trabajo, y acababan de terminar por el día.