Rain decidió dormir en una de las habitaciones de invitados en el ático de Alejandro, pero antes de irse a la cama, hizo varias llamadas telefónicas. Cuando finalmente intentó dormir, resultó ser esquivo.
Su suegro quería un nieto, y ahora Alejandro había dejado claro que él también quería un bebé. Parecía que tener un hijo aseguraría su lugar en la familia Lancaster para siempre. Sonaba lo suficientemente simple... pero, ¿realmente lo era?
Se quedó despierta, mirando al techo, con la mente girando en incertidumbre, hasta que finalmente se quedó dormida.
A la mañana siguiente, Rain se despertó temprano, con la intención de preparar el desayuno para Alejandro. Sin embargo, se sorprendió al encontrarlo ya despierto y cocinando en la cocina.
—Te levantaste temprano —comentó ella, aún medio dormida.
Él la miró.
—Puedes bañarte primero y cambiarte por algo nuevo. Hay ropa para ti dentro de mi vestidor —le informó casualmente.