Rain frunció el ceño a Alejandro, su sospecha creciente.
—¿Qué te pasa? —preguntó, sin poder ocultar su curiosidad.
—¿Siempre fue tan inquisitivo? —se preguntaba. El hombre del que recordaba haber escuchado hablar por Sanya se suponía que era un rey sin preocupaciones, no alguien que indagaba en cada detalle.
—El café todavía está caliente —respondió simplemente. Rain tomó un sorbo de su propio café, luego se encogió de hombros.
—Es tolerable.
—Bueno, el mío aún está muy caliente, así que ¿por qué no me cuentas más sobre este Clifford mientras espero a que se enfríe? —Alejandro insistió, su tono dejaba claro que no iba a dejar el tema. Al darse cuenta de que no lo iba a soltar, Rain cedió. Por alguna razón, se sentía extrañamente cómoda y segura a su alrededor, así que comenzó a narrar cómo conoció a Clifford y cómo se desarrolló su relación.
—Ya veo —dijo Alejandro, su expresión ilegible mientras finalmente comenzaba a sorber su café.