Alejandro condujo hacia la finca y entró a la mansión para recoger a Rain. Había despedido a su conductor y a Tirón, prefiriendo conducir él mismo.
Tan pronto como vio a Rain, algo en ella le pareció extraño. Tenía una expresión seria en el rostro en el momento que lo vio y la mantuvo incluso cuando finalmente estuvieron solos en el coche.
El silencio en el coche era inquietante, aunque normalmente a Alejandro le gustaba, pero lo estaba poniendo nervioso. No disfrutaba de la charla trivial ni de participar en conversaciones que consideraba innecesarias, pero le gustaba escucharla hablar. Después de unos minutos más de silencio, carraspeó y decidió romper el silencio.
—¿Cómo va la bodega? ¿Descubriste qué está causando la inquietud entre los empleados? —preguntó.