—¿Qué pasa, Rain? —preguntó Sanya, sirviendo té humeante en dos tazas en el balcón. Acababa de encender la fogata portátil de mesa para mantener a raya el frío.
Ambas se tomaron un momento para apreciar el paisaje urbano desde este lado de los edificios gemelos, que reflejaban el ático de Alejandro en el otro lado.
Rain tomó un profundo respiro, aceptando el té caliente. —Extrañaba este té de manzanilla. Siempre le agregas algo especial —dijo, sonriendo. Tenía un sabor calmante que amaba, uno que siempre la ayudaba a dormir bien.
La cara de Sanya se iluminó con una sonrisa. —Bueno, una vez que te mudes al ático de Alejandro, ¡te haré esto todas las noches! —Le dio a Rain una mirada traviesa, disfrutando de la sorpresa de su amiga.
Rain rió mientras los ojos de Sanya brillaban. —¡Dilo ya! —lo dijo en broma, sintiendo que Sanya tenía más que compartir.