Era otra mañana y Rain estaba de vuelta en el trabajo, justo como debía estar. Como esperaba, se había convertido en la estrella de la fiscalía. Miradas curiosas e intrigadas la seguían mientras caminaba por el pasillo. Susurros flotaban en el aire, pero ella mantenía la cabeza alta, decidida a centrarse en sus responsabilidades a pesar de la atención.
—Buenos días —Rain saludó a todos en su departamento que la reconocieron, luego se dirigió directamente a su oficina privada. Tan pronto como se sentó, su teléfono sonó. Era la secretaria del Fiscal Jefe pidiéndole que viniera a la oficina del Jefe.
—Tan temprano en la mañana; me pregunto qué será esta vez —murmuró con un suspiro antes de salir.
Al llegar, la secretaria la acompañó al interior. Rain alzó una ceja al ver a Enrique ya dentro, compartiendo risas con el Fiscal Jefe John Hart.
—Ah, aquí estás, Fiscal Lancaster. Ven, toma asiento —instruyó el Jefe, y ella se sentó frente a Enrique.