—¿Puedes dejarme en la oficina en lugar de eso? —preguntó Rain, echando un vistazo a su reloj. Eran solo las 10:30 de la mañana y aún tenía mucho tiempo para hacer algo de trabajo.
—Ya les dijiste que no estarías hoy, entonces, ¿por qué vas? —preguntó Alejandro, levantando una ceja.
—Los planes cambiaron —respondió Rain, frunciendo el ceño ligeramente—. No quiero quedarme sentada en casa. Todavía tengo trabajo por terminar y no dejaré escapar el caso de la Orden Obsidiana. Tengo la sensación de que todo está conectado—Madame Beck, Michael Astor. Algo no cuadra.
Vania había mencionado que Michael era un cliente habitual en el establecimiento de Madame Beck y estaba muy cerca de ella. El instinto de Rain le decía que Michael no solo estaba cerca de Madame Beck—podría ser su socio comercial, o peor, el cerebro detrás de todo.
Si el testimonio de Vania sobre ver a Michael caminar era cierto, entonces él estaba fingiendo su condición y usándola para encubrir sus crímenes.