Emily nunca había sido una buena mentirosa. Era una característica por la cual Derek a menudo la regañaba.
—En serio, Emily, tienes la peor cara de póker que he visto jamás. Esto es el mundo corporativo, mentir está en la letra pequeña. Con tus habilidades de engaño tan por debajo de la media, es un milagro que incluso hayas pasado las puertas del Grupo Haven —solía decir, pero a Emily no le importaba, después de todo tenía otras habilidades.
Pero ahora a Emily realmente le importaba el hecho de que era tan mala para decir mentiras. Su mamá había llegado del trabajo más tarde de lo habitual, lo cual no había disparado ninguna alarma en Emily, especialmente cuando había visto las bolsas de la compra que su mamá llevaba.
Lo que sí había disparado las alarmas, sin embargo, fue el hecho de que, a pesar de bostezar durante la cena, en el momento en que Emily había dicho que se iba a cama, su mamá milagrosamente ya no estaba cansada.