Derek Haven estaba malcriado. Eso lo sabía. Había nacido en dinero y crecido en él. Todo lo que quería lo conseguía. Donde a los niños regulares les compraban juguetes para sus cumpleaños, a él le regalaban islas, yates, vacaciones con un complejo turístico entero reservado. Lo nombraba y lo obtenía.
Así era simplemente su vida. Pero su madre, entre todas las compras de lo que él quisiera, también le había inculcado una fuerte ética de trabajo.
—Puedes tener esto porque has trabajado para conseguirlo. Gánatelo y será tuyo —solía decir.
Y Derek había llevado eso a su vida adulta, asegurándose de trabajar duro para no convertirse solo en otro niño rico y malcriado. Pero a pesar de todo eso, Derek se había malcriado en el último lugar que esperaba que ocurriera... en el trabajo.
Emily Molson, lo había malcriado.
