Después de que su primer grito inicial no lograra cambiar su situación, Emily hizo lo siguiente más lógico. Gritó otra vez, y otra vez, y otra vez...
Con otro grito fuerte se levantó de un salto y salió disparada de la cama. En su prisa, se enredó con las sábanas, y estas se aferraron a sus piernas. Intentó sacárselas de encima, pero eso empeoró las cosas, y lo siguiente que supo, es que Emily estaba inclinándose hacia atrás. Golpeó el suelo con un sonoro golpe, su lado le dolía a lo lejos mientras se encontraba mirando hacia arriba al techo, aturdida.
Levantándose, alcanzó a desenredar sus piernas, asegurándose de estar lista para correr. Solo después de que sus piernas estuvieron libres, Emily se permitió levantar la vista. Había tenido la suerte de que la persona que la había agarrado no había atacado mientras ella se desenredaba. Ahora tenía que enfrentarse a ellos antes de que pensaran en abalanzarse sobre ella.