Después de salir de puntillas de su propia casa como un ladrón en la noche. Asustado de que su madre lo atrapara saliendo. Algo que negaría con su último aliento, si la pregunta llegara a surgir. Se había subido a su coche y había empezado a conducir. Las carreteras llenas de gente que buscaba divertirse obstaculizando su progreso. Pero había mantenido la calma y continuado conduciendo. Y ahora finalmente había llegado.
Una vez en el restaurante, había sido tan tentador dejar que la cobardía que había desarrollado al enfrentarse a Emily se apoderara de él. Pero había resistido el impulso de quedarse en su coche y mirar el restaurante mientras su mente intentaba encontrar una excusa para marcharse.
En cambio tomó una respiración profunda, luego exhaló. Y luego otra respiración, entrando y saliendo.
Practicó respirar un rato más, sus dedos agarrando y luego soltando el volante con cada respiración.