César cerró la puerta de su dormitorio tras de sí y caminó hacia el sofá para sentarse. Profundamente, comenzó a pensar, preguntándose qué hacer o cómo arreglar las cosas, pero cuando no pudo descifrar nada, se lanzó contra la pared y empezó a golpearla frenéticamente.
Estaba enfadado, confundido y perdido, y no sabía cómo procesar nada de lo que estaba ocurriendo ese mismo día. Estaba más que frustrado, como nunca antes se había sentido.
Quería ir a ver a Adeline, porque realmente no podía estar lejos de ella. Pero ¿cuál era el punto? Ella no recordaba quién era él, lo que era para ella o siquiera el hecho de que ellos fueran...
Sus manos ensangrentadas cayeron a su costado y se quedó de pie con la cabeza baja, cansado. Deseaba poder despertar de la pesadilla que fuera. Deseaba poder abrir los ojos y que todo esto no fuera más que un mal sueño.
Pero ay, no lo era. Era la realidad, una que tenía que enfrentar y superar.