—¿Qué demonios...? —Yuri, confundido, se tocó el pelo y luego las mejillas, preguntándose por qué el hombre había hecho eso—. ¿Por qué hizo es...?
—¿Te hizo daño? —Nikolai estaba frente a él en un abrir y cerrar de ojos, examinándolo de pies a cabeza.
—¿Eh? —Yuri ladeó la cabeza, confundido—. ¿Por qué iba a hacerlo?
—¿Quién sabe? ¡Ese tipo no es bueno! —resopló Nikolai, enfadado—. Deberías mantenerte alejado de él, Yuri, o saldrás lastimado.
Yuri lo miró un segundo, antes de apartarle la mano de un manotazo para pasar junto a él—. Lo que sea la odiosa relación que tengas con él, no me metas en ella. Por mí, como si os matáis el uno al otro.
—Y, ¿qué estabais haciendo aquí dentro? —preguntó.
—Vine a entregar esos documentos. —Nikolai señaló el montón de documentos sobre el escritorio—. Pero el idiota me siguió aquí adentro, queriendo una maldita disculpa porque pisé su pie. Ni siquiera fue intencional. Pero un obsesionado con las disculpas como él no lo dejó pasar.