—No te amaba al principio porque solo eras un recordatorio de lo que tu madre y yo habíamos hecho, pero con el tiempo, no pudo evitarlo. Eras una niña adorable, yo tampoco pude evitarlo —El señor Sokolov soltó una risita suave para sí mismo—. La mayoría de las veces, solo quería abrazarte y ser un padre, pero no me lo permitían. Solo podía mostrarte amor desde la distancia y solo podía ser un padre para ti desde la distancia.
—La pequeña cosa innecesaria que hice fue intentar estar allí como un padre. Me encantaba cuando sonreías y me hablabas. Aunque no sabías la verdad, no me importaba. Pero aún así, dolía mucho escucharte llamar a Leonid tu padre, y tu madre podía verlo. Era la razón por la que a menudo tenía cambios de humor, y tú te quedabas preguntándote por qué.
—Mantener secretos era frustrante después de todo —él soltó una risita ligera, forzándose finalmente a levantar la cabeza y mirarla.