De repente, eso hizo que Adeline se preguntara cómo sería tener una familia con César. ¿Cómo serían los niños con él? Una sonrisa picaba en sus labios al pensarlo, y ella sacó una silla para sentarse, sin embargo, su mano fue atrapada por César, que se habría apresurado hacia ella.
—Siéntate junto a mí —dijo él, y ni siquiera le dio la oportunidad de responder antes de llevarla consigo hasta la silla principal de la mesa.
Adeline lo observó acomodarse y dar golpecitos en la silla junto a él.
—César, me gustaría sentar-
—¿Preferirías sentarte allí en lugar de a mi lado? —preguntó el hombre, su voz baja como si estuviera herido.
Y Adeline se llevó la palma de la mano a la frente. —Para nada —dijo, tomando asiento con una sonrisa.
Un suave aliento de alivio salió de César, y él cruzó sus brazos, fijando su mirada en ella. Adeline desvió la vista, preguntándose por qué la miraba tan intensamente. ¿Acaso no iba a comer?