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—¿Crees que me encantaría joderla de nuevo? —Román resopló, más que divertido—. La primera vez que me usaste y le tendiste una trampa, me odió por eso durante quince malditos años y hasta ahora, todavía lo hace. César confiaba en mí como nunca lo había hecho con nadie, pero me usaste sin que yo lo supiera, y cuando intenté explicarme, él no quiso escucharme.
—¿Y qué demonios hiciste tú, Papá? —cuestionó—. Dejaste que pasara. No se lo explicaste, pero dejaste que él me malinterpretara, incluso después de quince años de soportar su odio constante, y ahora…
—…Quieres joderme de nuevo. Justo cuando parece que está empezando a dejar ir lo que pasó —una risa cómica escapó de él sin poder evitarlo—. Sí, no. Eso no va a pasar. Estás solo.