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—¿Quieres que te mate? —preguntó César, mirándolo desde arriba con los ojos más despreciativos—. ¡Levántate de ese suelo y sigue caminando!
Yuri, que seguía junto con Nikolai, respiró profundo. Había visto venir esto, pero Arkadi era demasiado tonto.
Sabía cómo era César, y aun así, hizo algo así. ¿Por quién? ¿Por el Señor Sergey, que ni siquiera era un alfa supremo? Ni siquiera era un gobernante, y ni siquiera muchos de la manada respetaban al viejo.
Sin interferir, siguieron, observando a Arkadi saltar en un pie y luchando por llegar a la mansión del Señor Sergey.
Ya casi llegaban, pero César volvió a apretar el gatillo, disparando otro tiro. Esta vez, fue a la pierna izquierda de Arkadi.
—Si te quedas en ese suelo por más de cinco segundos, te voy a reventar los sesos, Arkadi. No tengo todo el tiempo del mundo, levántate de ahí —advirtió César.