Yuri vio venir esto, y su corazón dio un vuelco, sabiendo lo mal que esta situación escalaría. Se acercó a César, tirando de su traje como si quisiera decirle algo.
Pero el Señor Sergey comenzó a hablar.
—Escucha, el problema aquí no es que esta humana sea la compañera de César, sino que el problema es que mi hijo, aquí —se giró para enfrentar a César— no rechazó a esta mujer. La escondió en su hacienda, bajo su ala, y nos la mantuvo en secreto. También es la razón por la cual había rechazado casarse con cualquiera de las omegas que le hemos presentado.
—¿No crees que eso es demasiado egoísta, hijo? —su mirada azul se desplazó hacia César, una sonrisa incipiente en sus labios—. Por una humana, estás pasando por alto tu responsabilidad hacia cada uno de nosotros. ¿Cómo pudiste? ¿No sientes...?
—Suficiente —dijo César con calma, observando a cada uno de ellos con ojos peligrosamente atenuados. Se dio la vuelta y, con Yuri y Nikolai, procedió a irse.