Al no recibir una respuesta particular de Igor, quien se quedó mirándola, Adeline se frotó la sien, estresada.
—Igor, me siento tan cercana a él... como si algo me uniera a él, pero en realidad, apenas lo conozco. Hay muchas cosas extrañas que él hace que me gustaría entender, pero él no me lo diría, y por mucho que no quiera que me afecte, realmente me está molestando. Tomó una respiración profunda. —¿Sabes algo sobre César, Igor? ¿Algo que al menos puedas darme una idea?
—Me gustaría conocerlo, no solo el hecho de que él es César, quien dirige la mafia más grande en Rusia. Quiero conocer al verdadero César, pero ya ves, él no me lo diría. Un suspiro escapó de su boca, y ella apoyó su cabeza contra el mostrador.
Igor solo podía quedarse de pie, observándola. Le hubiera encantado decirle quién era realmente César, pero no podía. No era su lugar hacerlo.