César jugaba con ella, todavía sin ir a por la carne cruda. Pero aún así, seguía provocándole gemido tras gemido. —Te va a costar tomarme, muñeca. ¿Te das cuenta?
—¿Q-q-qué quieres decir... Qué quieres decir? —Adeline se aferraba más fuerte a su hombro—. ¿Qué quieres decir?
La sonrisa maliciosa de César, riendo para sus adentros. —Toca. —Agarró su mano, posándola sobre su bulto—. ¿Qué crees? ¿Puedes con ello?
¿Pero qué...? Adeline parpadeó con sus ojos nublados, tragando fuerte mientras su garganta hacía un movimiento seco. Era jodidamente enorme.
¿Acaso era humano? ¿Cómo podía alguien ser tan
De repente, sonó el teléfono de César en su bolsillo. Se detuvo, bajando la mirada hacia el teléfono que estaba junto a él en la cama.
Era Yuri quien llamaba.
¿Por qué Yuri le llamaría en un momento así? Por mucho que no quisiera contestar, sabía que tenía que ser importante. Yuri no era alguien que le llamara sin razón.