César no tenía ninguna intención de marcarla, no hasta que ella supiera quién era él. Aprovecharse de ella era algo que no quería hacer; ella tenía derecho a conocer esa parte de él, para así no arrepentirse de lo que pudiera hacer con él más adelante.
Y esto no sería posible hasta que él encontrara el momento adecuado para explicárselo. Que huyera de él era una cosa que no quería, y tampoco quería asustarla, por lo que ella tenía que esperar—necesitaba esperar un poco más.
Realmente deseaba poder aclarárselo y dejarle entender que no era porque no la deseara. Pero el momento no era el correcto.
Traerla para finalmente estar con él no era solo porque la necesitaba, sino porque quería que se acercara a él y lo conociera completamente—incluso las partes de él que ningún ser vivo conocía.
Solo… ella.
—Princesa —César exhaló, besándola—. Tú solo no sabes cuánto te deseo. Te destrozaría. Así que relájate para mí, ¿vale?