Pero Yuri y Nikolai, por otro lado, estaban literalmente conmocionados hasta la médula y tan inmóviles en sus asientos que no parecían poder hablar. La miraban fijamente, observando cómo se quitaba la ropa negra que cubría la caja de cristal.
Se miraron el uno al otro, y Yuri, que logró tragar el bulto que se había formado en su garganta, temblorosamente alcanzó a tirar del abrigo de César.
—Señor, creo... creo que debería echar un vistazo al... —murmuró.
—Aquí, esta noche, tenemos el producto más esperado del año —comenzó Adeline.
César, que había levantado la cabeza para mirar a Yuri, se estremeció, de repente abriendo los ojos de par en par.
Esa... voz.
No podía estar equivocado, ¿verdad? Conocía esa voz, estaba completamente grabada en su jodido cerebro. Esa era una voz que nunca podría olvidar, una voz que había escuchado demasiadas veces en sus pesadillas.
Muy lentamente, giró la cabeza, con el corazón latiendo fuertemente en sus oídos. No podía ser ella, ¿verdad?