Para ser honesto, Yuri no pudo evitar desarrollar cierto desagrado hacia Adelina. En ninguna circunstancia ella tenía el derecho de herir a César de una manera tan horrible.
Si ella se diera cuenta de lo mucho que había destrozado al hombre, él estaba seguro de que ella habría deseado poder volver atrás en el tiempo y cambiar las cosas.
Y sí, Adelina lo habría hecho. Cuando hizo lo que hizo, no pensó que él se sentiría tan herido. No pensó que lo afectaría hasta el punto de convertirlo en una persona completamente diferente, alguien a quien no podría reconocer.
Yuri solo podía esperar que algún día las cosas volvieran a ser como antes y que César saliera de esa cáscara y regresara a ser quien solía ser: el verdadero él.
Ese hombre travieso que solía ser. No un alfa frío y frustrado que ni siquiera permitiría que nadie se acercara a él. Se había encerrado completamente como si se estuviera protegiendo.
Pero, ¿de qué? Honestamente no podía decirlo.
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