En el momento en que Adeline estuvo segura de que él había caminado lo suficiente, ella silenciosamente salió del cuarto y lo observó marcharse mordiéndose el labio inferior.
Como si César pudiera sentirlo, giró su cabeza para echar un vistazo de ella, pero Adeline instintivamente retrocedió al cuarto, cerrando la puerta de golpe y echando la cerradura.
César permaneció un momento antes de que un profundo suspiro escapara de su nariz. Salía de la mansión, dejando a Adeline bajo la protección de sus guardaespaldas.
Sus palabras no podían dejar de resonar en la cabeza de Adeline. Ella estaba haciendo sufrir a este hombre, y lo sabía. Pero, ¿qué podía hacer? Parecía no poder enfrentarse a él.
Su mente no estaba en un estado adecuado, y necesitaba unos días más antes de que pudiera reunir el valor. Necesitaría tomar una decisión.
——
[Han pasado ya cuatro días]