—Del cielo al infierno. Esto era todo lo que Wu Yusi podía pensar mientras miraba horrorizada e incrédula a su alrededor. Las húmedas y mohosas paredes de piedra que la rodeaban por todos lados no tenían ventanas, nada que le diera alguna indicación de cuánto tiempo había estado allí. El dolor sordo en su cabeza le dificultaba concentrarse y el miedo que se acumulaba en ella rápidamente superaba la indignación que había sentido por ser tratada así.
—Esa vez, cuando el esclavo Yan había sido traído aquí al Departamento de Castigo Cuidadoso, ¿se había sentido tan asustado como ella? Pero él había tenido mucha más suerte que ella; ella no podía contar con que el emperador la rescatara.