—Honrado Patrón, por favor, venga por aquí.
Las sencillas túnicas negras que vestía Wu Zhong desentonaban con el lujoso interior de la famosa Torre Meiyue, pero no había ni un ápice de esnobismo en el rostro del amable asistente que lo guiaba hacia una cámara privada. Aquellos que estaban al tanto conocían el tipo de patrocinadores que uno podía esperar en la Torre Meiyue, después de todo, y ninguno estaría más cauteloso de no ofender que aquellos que servían educadamente y observaban todo lo que pasaba con miradas silenciosas y agudas.