—Encontré un lugar apartado para practicar. El ambiente allí es bueno —bajo la mirada de Yang Meili, Xiu Wanxue tuvo que dar una respuesta lógica.
A pesar de eso, no podía contarle a Yang Meili acerca de aquel reino. Tenía la sensación de que sería mejor si no se lo contara a nadie.
Yang Meili la miraba con recelo. Pero luego se acarició el mentón y asintió de manera comprensiva. Entendió por qué Xiu Wanxue había dejado la secta.
Nadie la trataba bien en la secta. Todos admiraban a Xiu Wanxia, su hermana gemela.
—He oído que habrá una subasta en dos días. Quiero vender mis píldoras —Xiu Wanxue encontró otro tema del que hablar.
—Vamos a vender tus píldoras mañana. Conozco al dueño de ese pabellón de subastas —Yang Meili le guiñó un ojo.
Todo el mundo volvió a sus habitaciones y tuvo un sueño tranquilo.