Día tras día, ella abría los ojos y la primera persona que veía era a su padre, no a su madre. Tenía un vínculo más estrecho con él que con su madre.
Él era un padre tan gentil, considerado y cariñoso. A diferencia de su madre, que siempre salía y se ocupaba de los asuntos de la corte, dejándola sola con su abuela para aprender artes marciales y poder Qi.
Aunque su madre y todos la amaban, sabía claramente que amaban su potencial y habilidad. No la amaban por lo que era ella misma. Si algún día falla en cumplir con sus expectativas, no valdrá más que basura.
Cuando se rompió un hueso, no lloró porque desde que nació aprendió de su madre y abuela que las mujeres deben ser fuertes y nunca llorar o depender de los hombres.
Incluso si vivía en el Reino del Fénix, necesitaba a alguien que la calentara cuando su corazón estaba desolado, y su padre siempre la consolaba y acariciaba su cabello suavemente cuando nadie prestaba atención a su dolor sino al éxito que ella había logrado.