—¡Wahh wahh! —El bebé parecía sentir la emoción de su padre. Lloraba tristemente y sus pequeñas manos agarraban fuertemente los holgados cuellos de su padre.
—Bebé, no llores —Ma Wenye sonrió tristemente y consoló a su bebé.
El bebé sollozaba lastimosamente. Su nariz y ojos estaban rojos como los de un conejito, lo que despertaba amor y compasión en las personas.
—Chico bueno, no llores. Tío te llevará a ver al dragón volador —Fang Xingwu le hizo cosquillas al bebé, solo para hacer que el bebé llorara más.
—¿Me odias tanto? —Fang Xingwu se quedó sin palabras y no se atrevió a acercarse más al bebé.
—Deberíamos irnos de aquí —dijo Shang Tangxu, mirando a los cadáveres agonizantes de los monstruos mientras extraía sus Cristales de Qi de las frentes de las bestias Qi.