—¿¡Pero qué demonios fue eso!? —exigió Mallory entre dientes apretados.
—Deberíamos habernos movido dos pasos al lado para que no tuvieras algo de qué agarrarte, mona. Está bien. No es nada que no se pueda arreglar. —dijo Hadeon.
—Suelta. —le instruyó Hadeon.
—¿Para romper mis huesos? —replicó Mallory, esforzándose por subir, mientras Hadeon no hacía ningún esfuerzo por ayudar.
—Exactamente. Ahora suelta. —dijo Hadeon, su expresión seria y sin rastro de juguetonería, lo que solo incrementaba la preocupación de ella.
—Esta es una manera terrible de hacer funcionar mis habilidades. —se quejó Mallory.
—Debo estar de acuerdo contigo. Quizás deberíamos volver al techo y que caigas donde no hay árboles, o ¿prefieres que te vuele al cielo y te deje allí? Puedes ver cómo se siente volar. —Una oscura risa se escapó de los labios de Hadeon antes de que su sonrisa se desvaneciera.