—No se atrevería... —Mallory lo miró fijamente en silencio. Al verlo inclinarse hacia adelante, sus ojos se abrieron de par en par. ¡Definitivamente se atrevería!
—Cuando se quitaba el zapato —le preguntó—, ¿no vienes de una época en la que los hombres no tocaban a las mujeres sin motivo?
—De todas las cosas que acabo de decir, ¿cuándo me escuchaste decir que quiero tocarte sin motivo? —Hadeon arqueó una ceja, su voz rica en matices burlones—. Descuida, lo manejaré con el máximo cuidado —agregó, con una sonrisa amplia y traviesa.
—Mallory sintió una oleada de calor subir por su cuello, frustrada por cómo él tergiversaba sus palabras. Acercando su pie —dijo—, aquí.
—Mono —murmuró Hadeon, entrecerrando los ojos ligeramente—. Me refiero a tu otro pie, el que está sangrando. ¿De qué tienes miedo? No voy a devorarte.
—Malditos los sentidos vampíricos de él, Mallory lo maldijo. Luego respondió, maestro Hades, tú eres un vampiro.