—No... —Islinda fue tomada por sorpresa por la palabra que se le escapó de la boca, sus sentidos abrumados en ese momento. Mientras sus ojos se encontraban con los de Aldric a través del espejo, su corazón se saltó un latido, su cuerpo tropezando de sorpresa.
—Déjanos solos. —Aldric entrecerró los ojos como si pudiera ver a través de ella, y habló con autoridad.
En un instante, el Fae salió apresuradamente de la habitación, aliviado tal vez de ser liberado de sus deberes y de la presencia de Aldric.
—Islinda tomó una respiración profunda, intentando armarse de valor para lo que estaba a punto de suceder. Se volteó para enfrentarlo, su mirada encontrando su expresión estoica. Parpadeando una vez, o quizás dos, intentó despejar el mortificante pensamiento de que lo encontraba atractivo.
—¿Qué significa esto? ¿Por qué estamos vestidos con atuendos similares? —Ella hizo un gesto entre los dos, su confusión evidente.