—Alguien tarareaba una melodía cautivadora pero de alguna manera tranquilizadora e Islinda se movió ligeramente en su sueño. La voz era rica, pero la tristeza en esa melodía le hacía doler el corazón, deseaba poder hacer desaparecer el dolor. Una voz tan hermosa merece cantar una melodía más alegre.
—Islinda gimió de placer, frotando su cabeza contra un cuerpo cálido cuando unos dedos largos, callosos y libres le acariciaban el cabello, masajeándole el cuero cabelludo. Por los dioses, esta era la mejor sensación del mundo. Islinda presionó más su cabeza contra él, saboreando la sensación como un perro que quería más afecto de su amo.
—Espera un minuto…