—Isaac... ¿qué estás haciendo? —Maxi sonó frustrada pero había un tono suplicante en su voz.
Su Fae tímido —definitivamente ya no era tímido— no se movía, lo que significaba que la estaba observando y apostaría a que Isaac estaba orgulloso de haberla reducido a este estado. Maxi apretó los dientes, jurando devolverle el favor en cuanto se liberara.
Sintió sus manos en su cuerpo y soltó un grito cuando de repente la volteó sobre su espalda otra vez. Maxi se alivió al ver su rostro de nuevo pero la nube oscura en el rostro de Isaac sugería que no había terminado con ella.
—¿Y ahora qué? —jadeó cuando él se acercó más, sus labios jadeantes en anticipación de su toque.
Él enredó su mano en su cabello, rizándolo alrededor de la nuca de su cabeza, inclinando su cabeza y la besó en la esquina de su boca. Maxi suspiró, abriendo sus ojos que inconscientemente se habían cerrado por sí mismos cuando él no hizo ningún otro movimiento.